Cartografía de un imaginario

Cartografía de un imaginario
Serie pictórica, dípticos (colocados en 90º)

“Dar expresiones”, “dar memorias” era un saludo verbal o escrito que una persona enviaba a otra a través de una tercera. Dar memorias era antes lo que hoy es dar recuerdos. Cuando mandas recuerdos, ¿estás mandado pensamientos en común? Siempre se mandan recuerdos por medio de otras personas, son tres involucrados en la conversación. ¿Acaso es una manera de no hablar, de evitar al tercer involucrado? ¿Acaso se avergüenza? ¿Cómo influye la memoria en una conversación? ¿Cómo influyen los recuerdos en un diálogo? ¿Y cómo se ven?
  
Cartografía de un imaginario es una serie de dípticos, colocados en 90º con la funcion de envolver al espectador, en la que trato de encontrar una traducción gráfica a una imagen mental, o más bien a una asociación de ellas y lo intento tratar como quien va abriendo muñecas rusas y siempre encuentra otra en su interior. Ese intento de reproducción de la memoria se consigue usando los mismos conceptos asociados al funcionamiento de los recuerdos para después ser reinterpretados en recursos plásticos. Capas, líneas, manchas opacas y veladuras, conformando un entramado que evoca a paisajes mentales, o mapas de memoria. Un recorrido a la deriva por la geografía de la mente.  Necesito provocar este naufragio intencionado para, a la hora de pintar, perderme en el tiempo y bucear dentro, desandando los pasos que me llevaron al lugar donde ahora estoy, mirando hacia atrás, y también hacia delante. Me interesa la idea del naufragio; perdido en el tiempo y en el espacio, sin rumbo aparente o programado, y también caprichoso; o la idea de conexiones y uniones, de colores y formas, que puedan ayudarte a recorrer ese camino laberíntico. Voy retirando capas de mi memoria quebradiza y, ya en la superficie, comienzan a emerger otras vidas. Empecé a sospechar que el no poderme fiar de nuestra memoria, que tiene trampas, y pensé que este podría ser un recurso a la hora de intentar representar esa memoria colectiva. De este modo comencé a construir un mapa de un imaginario.Termino convencida de que finalmente la historia de uno no es más que un círculo errático y caprichoso, algo por definición inabarcable a lo que tratamos de encontrar sentido, a veces mirando hacia atrás y otras hacia adelante. El resultado formal es algo confuso, inacabado, con infinitas interconexiones. Es la punta de un iceberg que se hunde en las profundidades abismales de la memoria.  Lo que ahora muestro es el recorrido, mental, que he seguido, traducido a una sola imagen, aún sin cerrar. La apariencia de lo inaprensible, un cúmulo de fracturas, una fracción, una huella en un camino que se diluye. Lo que cuento no es la historia, sino la imposibilidad de una sola historia. El caos de la memoria, sin principio ni final. 



  Acrílico, óleo y esmalte sobre lienzo, 130 x 162 x 97 cm.


  Acrílico sobre lienzo, 200 x 200 x 200 cm.